jueves, 4 de agosto de 2011

La recitadora Luisa Argentina Etcheverría cuando tenía a su cargo la audición "Exposición de Poetas Argentinos", por LS 11 Radio Provincia de Buenos Aires. (1942).

miércoles, 20 de julio de 2011

"Los costados sentenciosos".

Hay quienes añoran, suspirando, la juventud perdida:

"Mis veinte años..."

Pero otros, en cambio, no se desesperan por eso, pues aunque ya entraron en la recta final, todavía tienen algún "arrastre":

"Viejito, pero me la rebusco".

"Una rama que florece".

Buen día, moza:

"Llegó el dulce de leche".

"Que lucha, Señor...!"

pero

"Al fin pude echar buena".

y ahora

"Entré a pasar el lampazo"

Mentira criolla:

"Mi suegra me quiere..."

"Por un amor voy".

Eso que

"Ando pal amor como el revés de la taba".

"Los costados sentenciosos" (1ª y 2ª edición, 1954, 3ª edición, 1989).

Páginas 13 (fragmento) y 14.

Cuando el carrito es flamante y limpito, el dueño lo proclama en el letrero:

"El chiche", o "El chiche de entre vías", o "El lucerito", o "La flor del barrio", o "El pimpollito", o "El florido", o "Soy del Sud y voy pa' el Este y en mi barrio no hay carro como este".

Si el carrito es un primor, hasta le sirve al dueño como tarjeta de presentación:

"Yo me presento así".

Como el mozo conoce los defectos humanos sabe que la prosperidad que pregonan el carro y los arreos del pingo erguido y trotador va a despertar envidia y a desatar la lengua de los chismosos. Como será que:

"Llegué y empezó el chamuyo".

Por eso se pregunta:

"Que dirán los envidiosos", o bien "Que dirán los charlatanes", o si no "Que dirán las malas lenguas", o "Que dirán las comadres", o "Que dirán los vecinos".

Y los muchachos de la esquina y del café, los sabios de "la barra", que opinarán también:

"Que dirán los entendidos de la barra".

esos que lo "secan" a uno con el estribillo:

"Me lo vas a contar a mí".

Pero el se hace el desentendido y en cambio los "torea":

"Sacale el hilo a esta chaucha", o "Sacale lo desparejo", o "Sacale un tiento a esta lonja", o "Ponele lo que le falta".
La recitadora Luisa Argentina Etcheverría cuando tuvo a su cargo la audición poética en el Palacio Municipal de Quilmes (1942), acto cultural organizado por el Círculo Universitario local.

lunes, 4 de julio de 2011

"Somos" ("La aventura del ser", 1953).

Somos los hombres hormigas,
nuestra vida es el trabajar.
Abajo el sábado inglés
y el descanso dominical.

Somos los hombres hormigas,
la dinámica es nuestra diosa.
Estamos contra los sociólogos,
y la jornada de 6 horas.

Porque nosotros trabajamos
12 horas ó 18
y somos dignos y felices
y estamos sanos y gordos.

Somos los hombres hormigas,
también tenemos nuestros hijos.
Cuando salimos están durmiendo,
cuando volvemos están dormidos.

No leemos, no estudiamos,
no hay tiempo para estudiar.
No soñamos, no pensamos,
no hay tiempo para pensar.

Somos los hombres hormigas,
comer, engendrar, dormir,
somos los hombres hormigas,
envejecer y morir.

lunes, 27 de junio de 2011

"Morada de la muerte" ("El cauce y el agua", 1949).

Ten cada día delante de los
ojos la muerte... Epícteto.

¡Oh país de lejanas catedrales azules!
¡Cementerio desnudo bajo el cielo de témpano!
¡El mismo tu regazo de silencio y de estrellas
y las mismas tus noches espesas de murciélagos!

¿Porque lúgubre valle? ¿En busca de que orillas?
¿De que selva encantada de gnomos cenicientos?
¡Ah, ya cabe en un sueño mi mundo de infinito!
¡Ah, ya soy el milagro de la pausa en el tiempo!

Una vez me nombraban. ¿Es que no me nombraban?
Redobla una campana su muerte de jacintos.
¿Porque lúgubre valle' ¿En busca de que orillas?
Pero lo que redobla, ¿es muerte o es delirio?

Diría de mis noches letárgicas de piedra
o de la inhabitable pureza de la llama,
cuando yo no sabía de pájaros y flores
ni moldeaban mi cauce los tallos de las lianas.

Nombraría carbones de antiguos vegetales
y fósiles helechos y selvas de coral
y los húmedos duendes que roen los estratos
y lamen las orillas con sus lenguas de sal.

Los peces de albos ojos de las negras comarcas,
los hongos de topacio, las naves medievales;
sus púlpitos azules, sus bóvedas musgosas,
sus órganos feéricos, sus mónacos de cales.

¿Entonces un suicida no puede ser un álamo?
Redobla una campana su muerte de palomas.
Llegaba entre tinieblas; pero siempre alejándose
y amaba los abetos y temía las sombras.

Diría capitales de muros cenicientos
y habitantes mohosos de oxidadas cavernas.
No digo salitrosas columnas conventuales,
pero digo morada para la voz de piedra.

Y también digo cielo, pero cielo distinto,
por la estrella que baja, vertical y descalza,
a soñar las mentidas leyendas musicales
del verde robador de sus siete esmeraldas.

Si no hubiera existido su paisaje estatuario,
yo podría decirte del país de la flor,
de su naturaleza numérica y distinta,
de su morir continuo por amor y dolor.

(Su paisaje, su recio paisaje desolado,
me estremeció de angustia con su sabiduría,
porque yo dialogaba con el mundo del árbol
y porque yo creía que la muerte era vida.)

Y podría decirte de mis tardes antiguas,
de eléctricas luciérnagas y de líquenes fósiles,
y llevarte por selvas de duendes nocturnales
a trazar la parábola de la piedra y el hombre.

Mi edad se perdería, cromática de limo,
por los fríos espejos del país de la noche,
donde yacen milenios de peces y medusas
y vítreos campanarios de ciudades sin voces.

¡Oh los cielos violetas, los campos abisales,
y el espectral retorno de mis flores ahogadas!
¡Entre tallos de esponjas y guirnaldas de vidrio,
dormiría letargos sollozantes de nácar!

¡Oh los cactos corales y las algas rosadas
y las multicolores amapolas remotas!
Iría en la fugaz luz de las noctículas.
Nombraría raíces aéreas y anemonias.

Y las olas. Yo muero en sucesivas olas
y nazco donde nutren sus órbitas los vientos.
No hagas partir las lunas, barquero del letargo:
tu barca se detiene después de los abetos.

¡Oh país de lejanas catedrales azules!
¡Cementerio desnudo bajo cielo de vidrio!
¿Los huesos de suicidas, las noches de sepulcros,
no moldeaban, entonces, mi tiempo y mi destino?

¿Por que siento en mi voz, los tallos de sus muertes?
¡En mi voz, en mi voz, ceniza entre las voces!
¿Que busco en las cabales moradas del olvido?
¿Desde dónde me nace mi temor a la noche?

Mi cauce no decía totalidad de fruto,
pero ya presentía los rumores del agua.
Cada vez que regresen mis pies de sus orillas,
buscadme en amapolas y cantos de cigarras.

Si no andaba mi edad por sus campos de lirios,
su despertar de bosques, sonoro de silencio,
¿porque en sus horizontes de acacias y magnolias
sorprendo familiares peldaños cenicientos?

¡Oh mi reino del agua, numérico y total,
perdido entre las sombras de limos y de abetos!
Yo buscaba en su luz mi límite en los astros,
porque el dolor del hombre ya era savia en mis huesos.

¿Pero, acaso, no existe la encina de mi angustia,
que se erguía en los fértiles valles de los milenios,
ni mi joven del cedro que se daba en amor
para que yo cumpliuera su aspiración de cielo?

¡Oh país de lejanas catedrales azules!
¡Cementerio desnudo bajo cielo de témpano!
¡El mismo tu regazo de silencio y de estrellas
y las mismas tus noches espesas de murciélagos!

¿Seré fósiles huesos, piedra estática, nada?...
¿Florecida substancia de venideras voces?...
¡Oh mi país azul, yo no sé si llamarte
día lunes del Génesis o destino del hombre!

domingo, 26 de junio de 2011

"La cigarra" ("El corazón en la cigarra", 1951). Juan Carlos Clemente.

Cuando pregonan el verano
escarabajo y son de flauta,
prepara su arco y su violín
y enciende el aire la cigarra.

Música mágica: las cosas
como brotando van de mi alma.
Mi corazón está radiante
de oro y azul de la mañana.

De oro de miel, de oro de polen
y de libélulas doradas.
De oro de campos amarillos,
de oro de amor de Dios, ¡hosanna!

Esta mañana yo quisiera
por un instante ser cigarra.
Esta mañana encuentro puras
todas las cosas procreadas.

Siendo cigarra yo diría
si hay en los lirios hadas ¿hadas?,
que la cigarra da su amor
sin procuparse de su fábula.

Mi corazón, ¿está en la luz?
¿En la corriente de agua clara?
¿Es aquel pájaro, la brisa?
¿Se me voló por las palabras?

Mi corazón, mi corazón,
se fue detrás de la cigarra.
Donde nacía la canción
hay mariposas de alas de alba.

"Poema de la vida y la muerte". ("El cauce y el agua", 1949) Juan Carlos Clemente.

Cuando veo crecer un árbol. cuando veo
nacer las rosas en los cementerios, pienso
que la muerte no existe.

Cuando me asomo al mundo de la piedra y escucho
hondo rumor de pájaros y madera,
advierto que la vida está siempre despierta.

Cuando digo resina y hoja y rama y dolor
y ennumero mi propio contenido,
comprendo que la muerte es una pausa apenas.

Cuando las tardes pasan, los otoños y giran
los mismos astros en el mismo cielo,
y la muerte es tan solo de la vida una forma,

como hablar de la muerte muerte, definitiva,
si mi voz y el acento de mi voz son extraños,
si lo perecedero en mí, muere y renace.

Cuando siento subir la savia, sin apremio,
y desgastar el aire las paredes,
observo que la vida y la muerte se juntan

y que ambas son eternas en el tiempo infinito,

"Agua". ("El cauce y el agua", 1949) Juan Carlos Clemente.

Agua salobre de invariable napa,
con esa vida simulando flores,
con ostras y con peces de colores
y la belleza que señala el mapa.

Agua salobre, la negruzca capa
que oculta tus misterior y rumores,
se bebe todo el lirio de fulgores
cuando la luna con su red te atrapa.

Te agitas y te envuelves en la bruma;
te deshaces en olas y en espuma;
te libras de la red y te adormeces

como un astro de mar, sobre la playa,
y por la amarillez de tu atalaya
se eleva la armonía de tus peces.

jueves, 23 de junio de 2011


Portada interior de "Los costados sentenciosos", 1954. Fotografía de Nicolás Orsi y prólogo de Roberto Guastavino. Recopilación de inscripciones de los carros de los lecheros, verduleros, repartidores de hielo, "cirujas " y camiones de transporte que una vez circularon por Buenos Aires.

lunes, 20 de junio de 2011


Portada interior del libro "Quinquela Martín, pintor", Ediciones Gay Saber, Buenos Aires, 1945; con una dedicatoria del pintor a mi padre, Juan Carlos Clemente.

jueves, 16 de junio de 2011

Luisa Argentina Etcheverría.




Nació en La Plata el 3 de marzo de 1923 y falleció el 15 de diciembre de 2003. Profesora de Piano del Instituto Santa Cecilia de la ciudad de La Plata y Profesora Superior de Declamación del Conservatorio de Música de Buenos Aires. En 1942 tuvo a su cargo la audición “Exposición de Poetas Argentinos” por LS 11 Radio Provincia de Buenos Aires. Dio recitales poéticos en el Palacio Municipal de Quilmes (1942); en la Institución Cultural “Juan María Gutierrez” de Lomas de Zamora (1944); en el “Club Argentino de Mujeres” y en el Salón Literario “Fray Mocho”, ambas instituciones de Capital Federal (1948); Círculo de Periodistas de La Plata (1949); Sociedad de Educación “Antonio Mentruyt” de Lomas de Zamora y Biblioteca del Congreso de la Nación (1950); Biblioteca del Congreso de la Nación (donde recitó poemas de Alberto Ponce de León; Juan G. Ferreyra Baso; José María Castiñeira de Dios; Julia Prilutzky Farny; Horacio Armani; Juan Carlos Clemente y otros.) y Dirección General de Bibliotecas Populares de la Subsecretaría de Cultura de la Pcia. De Buenos Aires (1951); Hotel Provincial de Mar del Plata (1952); Ateneo Cultural de Berisso y Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata (1953); Asociación Impulso de La Boca (1955). Ejerció la docencia desde 1957 hasta su jubilación. En 1989 realizó la exposición "La mujer en la Pampa Bonaerense" en el Museo Histórico Regional "Alte. Brown" de Bernal, donde exhibió réplicas de vestidos y elementos de uso cotidiano utilizados por las mujeres de la campaña de la Pcia. de Buenos Aires durante los años 1830 a 1890. En 1990 es distinguida con una placa por la Folklore Society, University College, London, Inglaterra; por sus artículos sobre “Vestimenta de la Mujer Argentina del Siglo XIX” y “Montura del gaucho de la Pampa Bonaerense”.

miércoles, 15 de junio de 2011

Juan Carlos Clemente, periodista y poeta.


Nació en Capital Federal el 25 de noviembre de 1917 y falleció el 10 de mayo del 2003. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Manuel Belgrano”, donde luego fue celador y eran profesores de Castellano y Literatura, entre otros, Roberto Giusti, Horacio Rega Molina y Ricardo Rojas. Fue Ricardo Rojas, su profesor de Literatura, quien lo orientó a frecuentar la Peña de “El Tortoni”, que presidía el pintor Benito Quinquela Martín. Allí conoció a León Benarós, Arturo Roa Bastos, Vicente Barbieri, Juan G. Ferreyra Basso, Molina Campos, Santiago Ganduglia, Joaquín Gómez Bas y otros. Con Joaquín Gómez Bas y Antonio Cárdenas fundó la hoja poética “Volante lírico”. Fue en dicha peña donde conoció a la recitadora Luisa Argentina Etcheverría con quien contrajo matrimonio el 7 de junio de 1945. En 1948, la Cámara Argentina del Libro, por recomendación de un jurado compuesto por Leopoldo Marechal, Fermín Estrella Gutierrez, Brandán Caraffa e Ignacio Anzoátegui, premió su libro “El cauce y el agua”. Un jurado presidido por Brandán Caraffa lo había destinado al Premio Municipal de Poesía, cuando el Intendente de Buenos Aires decidió suprimir las distinciones literarias de aquel año. La revista “Conducta” lo incorporó a su antología de poetas nuevos y “Vértice” a la de Sonetos Argentinos. Comenzó su carrera periodística en 1943 en “Noticias Gráficas”, diario al que representó en el Congreso de la Nación desde 1946 como periodista parlamentario, hasta su cierre en la década del ‘60. En 1950 dio una conferencia cuyo tema fue “En torno a la generación lírica de 1940” en el Salón de Lectura de la Biblioteca del Congreso de la Nación. En 1952 participó en la "Fiesta de la Poesía" en el Salón Dorado del Hotel Provincial de Mar del Plata, dando una conferencia sobre "La generación poética argentina de 1940". Como cronista se desempeñó en el Parlamento hasta marzo de 1976, con excepción de los paréntesis impuestos por los cíclicos golpes de estado. Fue uno de los fundadores del Círculo de Periodistas Parlamentarios. Fue además redactor de “El Mundo”, de la Agencia Periodística Argentina (APA) de la agencia EFE, de Nuevediario y de “Crónica”. Integró como Miembro Titular la Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque hasta su fallecimiento.

Es mencionado junto con fragmentos de su obra poética por Luis Soler Cañas en su libro “La generación poética del 40”, Tomo 1, Ed. Culturales Argentinas, Subsecretaría de Cultura. Ministerio de Cultura y Educación, 1981 y por David Martinez, “Poesía argentina (1940-1949)”, Colección “El ciervo en el arroyo”, 1949, Buenos Aires.

Su obra poética:
“Don Juan” (1937).
“Estampas camperas” (1939).
“Campo” (1940).
“El cauce y el agua” (1949).
“El corazón en el cigarra” (1951).
“Aventura del ser” (1953).
"Lejano tiempo de poesía" (1985).

En prosa:
“Los costados sentenciosos” (1954, reedición 1989).
“Cuatro líricos platenses” (1964).
“Diálogos y monólogos”, seudónimo “Fabián Requejo” (1965).
“La pavura” (1988).
“El Congreso en anécdotas” (1984, reedición 1988).
“Villa del Parque y sus pasajes” (1992).
“Reseña histórica de Villa del Parque” (En colaboración con Roberto Tuotto, 1994).
“Mitología griega y romana” (1994).
“Divagaciones” (1996).
"La parroquia Santa Ana" (1998).
"Divagaciones" (2000).
"La "Peña" del Café Tortoni" (2000).
"Divagaciones" (2001).
"Recuerdos de un periodista" (2001).